Semifinal 2010 (Por Federico Viñas)

En líneas generales, la Federación Uruguaya de Ajedrez sorteó con éxito el obstáculo que suponía organizar una Semifinal en la que se operaba un cambio sustancial con respecto a los anteriores torneos de clasificación para la Final del campeonato uruguayo, aunque con algunas imprecisiones menores que deben ser sacadas a la luz para que en un futuro se realicen esfuerzos por evitarlas.
La instancia de los Cuartos de Final movió un caudal de jugadores y de clubes que, en el caso de que se hubiera jugado un Preliminar único –como se hizo en los últimos años–, muchos de ellos ni siquiera hubieran asomado la cabeza. Entre otros, probablemente hubiera sido el caso del Taller de Ajedrez Chaturanga, del Club de Ajedrez Casa de la Cultura de Minas, del Club Ajedrez Grupo Palmar y del Taller de Ajedrez Los Bulevares.

Si bien es cierto que dos de estos clubes no existían formalmente hasta este año (Minas y Los Bulevares), también es cierto que las posibilidades de que Minas, así como Rocha o Chaturanga hubieran podido participar en un preliminar para el interior (realizado, por ejemplo, en Paysandú), habrían sido mínimas.
Pero en Sauce el Chaturanga tuvo sus Cuartos, de los que clasificó Michel Carnebia, en Rocha el Grupo Palmar tuvo sus Cuartos, con Cristhian Ojeda directo a Montevideo, en Minas el Casa de la Cultura tuvo sus Cuartos, de los que clasificó Marcelo Moreira y en Los Bulevares el Taller también tuvo sus cuartos, con Juan Andrés Sierra clasificado, pero al final sustituido por Pablo Caravia.
Aunque en ninguno de estos torneos participaron más de diez jugadores, los Cuartos de final sirvieron como paso previo en el proceso de cambio hacia un ajedrez que no discrimine y hunda a las minorías, sino que le dé el lugar que se merecen, y no por ser minorías: por el esfuerzo y el entusiasmo que cada uno de estos clubes invierten en la difusión del ajedrez en nuestro país con sus magros capitales económicos y ajedrecísticos, pero que compensan con unos recursos humanos que harían maravillas (si los dejaran, claro) en cualquiera de los clubes estrellas y un poco copetudos que tenemos en Uruguay.
En la Semifinal el desafío se mantenía y aumentaba, con la armoniosa conjunción que debía lograrse entre capital e interior, ambos en un mismo torneo clasificatorio. Y podría decirse que en buena medida se logró. Tanto, que de los ocho clasificados, cinco terminaron siendo del interior, y todos del litoral oeste (uno de San José, dos de Colonia, uno de Soriano y uno de Paysandú). Este es otro de los aciertos de la nueva modalidad de clasificación: los jugadores del interior tienen las mismas plazas que los de Montevideo.
Cuando el año pasado sólo el 16.5% de los clasificados por Preliminar que entraban de forma directa al uruguayo eran del interior, para este año ese porcentaje ascendió a 41.5%.
Si bien los insumos básicos para llevar a cabo un torneo de estas características estuvieron bien cubiertos (buena iluminación, buen material de juego, buen arbitraje, diligencia en la publicación de resultados y emparejamientos), hubo algunas carencias relacionadas con el ruido y la “sala” de análisis (aunque luego fue solucionado), pero más claramente los problemas estuvieron centrados en el calendario de las rondas.
Un Mario Saralegui, Ubaldo Belistri o Mauro Barboza –sólo por nombrar algunos–, no responden a un ritmo de competencia de dos veces por día de la misma forma en que responde un Cristhian Oddone, Matías Michailov o Mateo Arcos. En ese sentido, el calendario propuesto por la organización fue feroz, y no contempló la igualdad de condiciones de los jugadores que participaban.
Incluso fue excesivo para los jugadores del interior, que vienen con un ritmo de actividad ajedrecística sensiblemente menor al de los jugadores capitalinos. Recordamos ahora que el jugador minuano Marcelo Moreira fue uno de los que expresó el cansancio que tenía debido a la doble ronda impuesta en la Semifinal.
Aunque no sucedió en esta Semifinal, los problemas de comunicación de la Federación con los clubes –y por lo tanto con el resto de los ajedrecistas– siguen siendo mayúsculos. Los comunicados que se envían a los clubes vía correo electrónico muchas veces no son claros en sus enunciados, por lo que generan confusiones y dudas que los directivos de cada institución luego tienen que corroborar volviendo a consultar a la propia FUA, con todos los atrasos –de tiempo y de energía– que ello significa. Una comunicación fluida y precisa con los clubes parecería ser una de las claves primarias y más obvias para poder unir estos dos motores que hacen avanzar (o deberían hacerlo) al ajedrez nacional: los propios clubes y las autoridades federativas.
Se vivió una Semifinal a pleno, con una buena organización en términos de las condiciones de juego en general y la efectividad de lidiar con un nuevo formato de clasificación al campeonato uruguayo, aunque se pasaron por alto cuestiones importantes de calendario, en las que se soslayaron cuestiones de igualdad de oportunidades para los jugadores.

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